Era la pura inocencia,
un angelito sin alas;
unos ojos muy despiertos,
dibujados en su cara;
una carita de ángel
tan dulce como su alma.
¿En dónde estás, Emmanuel?
¿En dónde tus días pasas?
A ti, como a todo ser,
también te llegó el mañana;
ya tu inocencia se fue,
la vida sigue su marcha.
AUTOR: JOSÉ PADRÓN QUEVEDO
No hay comentarios:
Publicar un comentario